Sunday, October 12, 2014

El Reto Más Grande





Muchos se preguntan por qué la vida es tan injusta. Pero pocos se preguntan de dónde vienen nuestros principios de justicia.

La injusticia es la causa de que algunas personas sensibles duden de Dios. Esta es una reacción normal. Sin embargo, la reacción misma da un indicador de su existencia. Entonces, como nuestros principios de justicia no vienen del mundo natural, ¿por qué son tan fuertes dentro de nosotros?

Esta pregunta pareciera que no tuviese salida. Si Dios existe, ¿por qué la vida es tan injusta? Pero, ¿cómo podemos reconocer la injusticia si no existe un principio de justicia en el mundo natural?  
El único que rompe el dilema del principio de justicia es Jesús. No lo hace por proponer una nueva filosofía, sino por lo que llamamos el Misterio Pascual - es decir, la Cruz y Resurrección de Jesús.

Jesús nos da unas pistas para poder entender mejor el principio de justicia:

El apóstol Pedro aprecia su gran privilegio de poder conocer personalmente al mesías, de escuchar su enseñanza, de presenciar sus milagros y de ser confiado con una misión. Pero Pedro se pregunta por los que no reciben estas bendiciones.

“Entonces Pedro le dijo: Señor, « ¿dices esta parábola por nosotros, o también por todos?» Y el Señor dijo: « ¿Quién es pues el mayordomo fiel y prudente, que el amo pondrá a la cabeza de la servidumbre suya para dar a su tiempo la ración de trigo? ¡Feliz ese servidor a quien el amo, a su regreso, hallará haciéndolo así! En verdad, os digo, lo colocará al frente de toda su hacienda. Pero si ese servidor se dice a sí mismo: «Mi amo tarda en regresar», y se pone a maltratar a los servidores y a las sirvientas, a comer, a beber, y a embriagarse, el amo de este servidor vendrá en día que no espera y en hora que no sabe, lo partirá por medio, y le asignará su suerte con los que no creyeron. Pero aquel servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no se preparó, ni obró conforme a la voluntad de éste, recibirá muchos azotes. En cambio aquel que, no habiéndola conocido, haya hecho cosas dignas de azotes, recibirá pocos. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán (Lc 12:41-48)

Dios nos ha dado el don más importante: la fe. La fe es un don singular, pero implica una responsabilidad correspondiente. El hecho de que algunos aparentemente no reciban la gracia, no disminuye la responsabilidad. Confiados con tanto, más nos será exigido. Es por esto que la injusticia es solo la prueba de nuestra fe.

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